No hace falta que nadie lo sepa
Pero en nuestro fuero interno la mayoría hemos experimentado alguna vez el profundo deseo de ser radicalmente diferentes.
Tenemos mucha suerte de que pensamientos y emociones ocurran en la privacidad de nuestro mundo interno. Y es que a veces nos daría pánico exponer tanta fragilidad como sentimos.
En sí mismo, esto no tendría ninguna relevancia si lo entendiésemos como el resto de los estados pasajeros que experimentamos.
“Estoy cansada, o cabreada, pero se me pasará”.
“Tengo resfriado, pero sé que no durará mucho”… creo que me sigues.
Pues de la misma manera todos, ABSOLUTAMENTE TODOS (todas, todes, todis…), nos enfrentamos a la pequeñez y a la inseguridad constantemente.
Basta con que tengas delante algo para lo que no te sientes capacitada, para que se te disparen todas las alarmas. Y aunque solo sea por un instante, se pone en marcha el programa primitivo de contraerte por dentro.
Lo que desafía nuestra capacidad nos da yuyu. Mucho o poco, pero nos da.
Hasta aquí nada que no sea perfectamente normal.
El lío empieza cuando a base de repetirlo en tu cabeza, (porque lo dices tú, o porque te lo han dicho otros), te acabas creyendo que la pequeñez y la insuficiencia son tu marca personal.
Y te quedas atrapada en una burbuja de personalidad en la que, como veremos enseguida, solo eres cautiva de tus propios límites. Un horror, vamos!
CUESTIONAR TU MENTE
Le damos a nuestros pensamientos y emociones un gran poder.
Ellos, que en sí mismos no son más que humo, se convierten en aquello que tú les permitas.
En base a la credibilidad y a la fuerza que les des, pueden acabar siendo poderosas herramientas o armas letales.
Sin embargo, frecuentemente actuamos como si pensar o sentir algo lo convirtiese automáticamente en “la verdad”.
No te engañes, la mente maneja una cantidad ingente de información y puede contarte prácticamente cualquier cosa.
Y en base a eso, tus emociones van reaccionando de forma mayormente inconsciente.
Esto, unido a que hay cosas que ni te cuestionas por el mero hecho de que están ahí hace mucho, te hace asumir una imagen de ti que no tiene por qué ser real.
Lo de “No soy suficientemente inteligente”. “No tengo fuerza de voluntad”. “Soy torpe”. “Soy muy despistada”. “Soy negado para los números”, “ Es que no tengo paciencia”… y las infinitas cosas que puedas añadir, son creencias que una vez interiorizadas , si no las desafías, te quedas con ellas para siempre jamás.
Habrá quien proteste diciendo que lo ha intentado muchas veces.
Lo que suele ocurrir es que, cuando te vienes arriba y decides concederle otra oportunidad a lo de superar tus limitaciones, empleas el mismo sistema que nunca ha funcionado.
Y, como no podía ser de otra manera, cuando vuelve a no hacerlo, refuerza tu idea original de que no eres capaz.
En el Coaching desafiamos estas creencias partiendo de la base de que, si tienes problemas para cambiar, el problema no eres tú. El problema es el sistema que utilizas; cómo abordas la tarea.
ELEGIR TU IDENTIDAD
Tal vez te acuerdes de que en un artículo de hace algún tiempo sobre la actitud, hablamos de lo de ser víctimas o creadores de nuestra vida.
La primera opción tiene que ver con mostrarte impotente ante las circunstancias: tu nacimiento, tu educación, tus capacidades, tu entorno…
En la otra tienes muy claro que, aunque no puedes elegir la mayoría de lo que te pasa, la respuesta que das a lo que te ocurre, sí está en tus manos.
Tomar las riendas no quiere decir que no tengas miedo, qué va!, es que decides actuar de todos modos.
Tampoco es que quienes nos sobreponemos y hacemos frente a las circunstancias invirtamos más que los que se encogen.
La triste realidad es que la misma energía que utilizas para responder a los problemas, es la que la gente con mentalidad de víctima usa para tratar de evitarlos.
Podemos hacernos fuertes o impotentes. El coste energético es el mismo, pero el ingrediente mágico que marca la diferencia está en quien eliges ser.
Me refiero a que puedes escoger la identidad que adoptas.
Uno de los momentos más épicos en mi viaje de auto mejora fue cuando por fin entendí esto.
Lo había oído muchas veces de distintas maneras, pero sin comprender realmente sus profundas implicaciones.
Darme cuenta de que mi identidad es tan solo una creencia y de que eso es algo que puedo cambiar a mi gusto, abrió un mundo nuevo ante mis ojos.
Si me identifico con la mujer sufridora, crónicamente estresada, o con una Super Woman de a pie, es algo sobre lo que yo, y solo yo decido.
La cantidad de trabajo al que voy a tener que hacer frente es exactamente igual en ambos casos. Pero pudiendo elegir, prefiero hacerlo como si tuviese súper poderes, en lugar de sin respiración.
CONVERTIRTE EN QUIEN QUIERES SER
Tal y como yo practico el Coaching, centramos el trabajo en dos factores clave:
Quién quieres ser.
Y el método que usas para llegar hasta allí.
Según nos cuenta James Clear en su aclamado libro “Hábitos Atómicos”, el cambio de conducta está compuesto de tres capas concéntricas y relacionadas entre sí.
En la más interna está la Identidad de la que venimos hablando.
Alrededor de ella los Procesos que utilizamos; el método que seguimos.
Y en la parte más externa están los Resultados que deseamos conseguir.
Es muy habitual que nuestro primer interés sea concentrarnos en la obtención de Resultados. Pero eso, como ya habrás visto, tiende a fracasar con mucha facilidad.
Es sencillo ponerte una meta seductora aprovechando un subidón de motivación. Decidir, por ejemplo, que vas a dejar de fumar o que quieres perder unos kilos para el verano.
Pero es igual de fácil convencerte de que puedes prescindir de ello cuando te enfrentas a una tableta de chocolate o al cigarro que te ofrecen.
El otro aspecto que solemos priorizar es intervenir en los Procesos.
Pero nuevamente, el planning se va a hacer puñetas en un pis-pas como te saltes el plan un par de días.
Trabajar de dentro a fuera, comenzando por la Identidad, es para muchos de nosotros la clave.
No es lo mismo rechazar un cigarro diciendo:
-“Estoy intentando dejar de fumar” – Respuesta centrada en el Resultado.
o
-“Es que me estoy cuidando” – Respuesta centrada en el Proceso.
Que responder en base a la Identidad
-“Gracias, pero no soy fumadora”.
Tal vez hasta ahora lo fueras, pero ya no.
LO QUE EL COACHING TE OFRECE
Decidir que quieres ser el tipo de persona que no fuma, o que no pica entre horas, o que se mantiene vital y sana haciendo ejercicio es apostar por una nueva visión de ti.
Me encanta como lo dice Steve Chandler en “Reinventing yourself” (Reinventarte), uno de sus fantásticos libros:
“Cuando dejas de aferrarte a tu identidad permanente y te das cuenta de que en realidad podrías ser de cualquier otra forma, la persona que “quieres ser” se vuelve mucho más importante que la “que eres”.
Ahí empieza mi trayectoria con quienes se acercan al Coaching.
Así como en psicoterapia trabajamos fundamentalmente con las emociones y su impacto en el cuerpo, en el coaching nos centramos más en la mente y los hábitos.
-Hacemos un balance de tus necesidades y tus sueños. Definimos en quien quieres convertirte.
-Identificamos lo que es importante para ti: tus valores.
-Planteamos tu situación y tus objetivos.
-Evaluamos los desafíos a los que te enfrentas.
-Y trazamos un plan a tu medida.
Este plan se descompone en acciones simples que puedas ir realizando de forma progresiva y sistemática.
La idea es que dispongas de todo el apoyo necesario para no tener que dejarte la piel o la motivación en el intento.
Darle la vuelta a tu forma de funcionar no es misión imposible si cuentas con buenas herramientas.
Pero, además de que tú ya lo sabes, te mentiría si te dijese que los desafíos van a ser pequeños.
Es precisamente la gente que piensa que va a ser fácil la que se deshincha en cuanto empiezan las dificultades y abandona.
Todos los terapeutas lo sabemos.
Aquellos clientes que vienen mentalizados de que surgirán desafíos en los que tendrán que emplearse a fondo, son los que obtienen los mejores resultados.
TRABAJO INTELIGENTE EN EQUIPO
Para eso formamos un equipo, para diseñar una buena estrategia y poder mantener en el tiempo el empuje, la confianza y el entusiasmo.
En algún punto del proceso siempre necesitas alguien que te recuerde, que el hecho de que sientas miedo no quiere decir que no seas capaz de hacerlo.
Viene bien que te empujen a actuar, porque es la acción la que genera la valentía, y no al revés.
Que te animen a empezar, pues lo fundamental es ponerte en marcha.
Y una vez ahí, que te recuerden constantemente que el truco está en ir paso a paso. Insistir en lo que te hace bien, y tener ayuda para sortear los momentos difíciles.
Esta es una empresa en la que tendrás que sacarle brillo a tu ideal cada día.
Igual que cada mañana te vistes de nuevo y tienes que volver a prepararte el desayuno, así hacemos todos lo que queremos vivir una vida llena de satisfacción y sentido.
Recordamos y renovamos diariamente nuestro sueño: quien queremos ser.
Trazamos nuestro plan.
Y nos lanzamos a ponerlo en práctica.
Lo hacemos con el entusiasmo de quien sabe que está trabajando por lo que quiere. Pero también con la humildad de los que tienen claro fallarán muchas veces.
No se trata de hacerlo perfecto, se trata de no parar.
De hacerlo lo mejor que puedas si!. Pero hagas mucho o hagas poco; te salga medio bien, regular, mal o muy mal, lo importante es que continúes.
Que creas en esa hermosa imagen con la que sueñas.
Que recuerdes, o que te recuerden cuando se te olvide, que transformarte en quien quieres llegar a ser es la mejor inversión que podrás hacer nunca.
Reinventarte es la labor más importante que harás en toda tu vida.
Empezamos????