Clasificar las cosas y a las personas en categorías no solo es una forma de etiquetarnos, y a veces juzgarnos cruelmente unos a otros. También puede ser una manera de entendernos a nosotros mismos y a los que nos rodean y de dar coherencia al mundo en el que vivimos.
Aunque no soy muy fan de significados fijos, a mí, personalmente, algunas de estas interpretaciones me aportan claridad sobre lo que nos mueve a ser como somos y a actuar como lo hacemos. Las considero herramientas útiles para entender formas de vivir que de otra manera podrían resultarme incomprensibles.
Un abordaje que me gusta especialmente es el que plantea Carol Dweck. Esta investigadora, además de catedrática de psicología social en la universidad de Stanford, es actualmente una de las autoridades mundiales en la ciencia de la motivación.
La Dra Dweck lleva décadas estudiando el impacto de nuestra actitud y nuestras creencias en el desarrollo de nuestra vida, y cómo eso da forma al nivel de felicidad y satisfacción que experimentamos.
Algunas de las conclusiones a las que llegó están reflejadas en su libro “MINDSET”, subtitulado en español ”La actitud del éxito”
LA ACTITUD DEL EXITO
En él asegura, y yo le creo, que una parte enorme de nuestra felicidad, nuestro bienestar y nuestra sensación de logro depende de la postura que adoptamos ante la vida.
Nuestra actitud, que es fundamentalmente inconsciente, viene determinada por las creencias que tenemos sobre nosotros mismos y sobre nuestra capacidad de acción en el mundo. Esas creencias se filtran en cada parte de nuestra vida, guiando los comportamientos que producimos a partir de ellas.
Tanto lo que nos lleva a triunfar como lo que nos impide expresar lo mejor de nosotros brota de esos programas que dictan nuestros pasos.
Y es que, son las acciones que realizamos las que distinguen a quienes consiguen desplegar su potencial y hacer de su vida algo útil y satisfactorio, de quienes se quedan en el intento.
Puede que te alucine que una “simple” perspectiva tenga el poder de trasformar tu psicología y a través de ella el resto de tu vida. Sin embargo, lo vas a tener perfectamente claro cuando te cuente la diferencia entre lo que Carol denomina la Mentalidad Fija y la Mentalidad de Crecimiento.
DESCUBRIENDO LA MENTALIDAD FIJA
Cuando ves el mundo desde una “mentalidad fija” asumes que la existencia es una cuestión de azar. Que hay cualidades con las que naces y otras que no te han tocado en el reparto, y que con eso es con lo que te tienes que conformar.
Es la idea de que a cada quien le tocan en la partida de la vida unas determinadas cartas y que tu trabajo es hacer lo que buenamente puedas con ellas.
Si la mano no ha sido buena…¡mala suerte!; o aprendes a echarte faroles o te resignas a perder la partida.
Pero, aunque a veces pueda funcionar, la estrategia de intentar aparentar a toda costa que las tienes todas contigo crea una cantidad de estrés enorme. Cada situación se convierte en un examen en el que tienes que demostrar que eres suficientemente lista y competente. Tiene que quedar claro que sabes muy bien lo que te haces.
Eso te lleva a vivir en el terror constante a meter la pata y arriesgarte a quedar como una auténtica idiota.
No tengo que decirte que bajo esta negra perspectiva buscas la seguridad a toda costa, exponiéndote lo menos posible, no vaya a ser que la liemos. Así que procuras no embarcarte en aventuras inciertas, y acabas viviendo una vida a medias
CUANDO TU MENTALIDAD ES DE CRECIMIENTO
La experiencia en la mentalidad de crecimiento es muy diferente.
En esta forma de ver el mundo entiendes que las cartas que te han tocado al nacer no son más que un punto de partida para tu desarrollo como persona. La creencia implícita en este abordaje es que tus cualidades son algo que puedes cultivar y mejorar a través del trabajo y la constancia.
Tu talento y tus capacidades son secundarios cuando estás convencida de que crecer y cambiar está en tus manos.
Personalmente, encuentro muy esperanzador y refrescante saber que no tengo por qué ser una víctima del destino o de las circunstancias.
Un desafío es, por definición, algo que supera nuestra capacidad actual y que generalmente no nos hace ninguna gracia. Pero a mí, saber que tengo la posibilidad de abordarlo como una oportunidad para ejercitarme y volverme más fuerte, me da una gran sensación de autonomía y poder.
Creer que soy yo quien decide mis respuestas y que eso es lo único que realmente está en mis manos, me libera de las cosas de la vida que no puedo controlar.
Así puedo enfocarme en lo que sí depende exclusivamente de mí: qué voy a hacer con ello.
Esta pasión por crecer más allá de tus límites, especialmente cuando las cosas no van bien, es lo que permite a las personas con mentalidad de crecimiento saltar a otro nivel en las épocas más desafiantes de su vida.
Y de esta forma encuentran todo un tesoro en las grandes pérdidas, o en las enfermedades graves, convirtiendo el dolor, los fracasos y las decepciones en éxitos a largo plazo
TÚ DECIDES
Como dice la Dra. Dweck en su libro:
“Cada una de estas mentalidades es un mundo en sí misma.
En el mundo de las cosas fijas el éxito tiene que ver con demostrar que tienes inteligencia o talento. Necesitas validarte constantemente.
El otro, el mundo de las cualidades cambiantes, tiene más que ver con estar en constante aprendizaje, desarrollando tu capacidad y ampliando tus límites durante toda tu vida.
En un mundo los contratiempos son fracasos. Sacar malas notas, perder el partido, ser rechazado, o perder tu trabajo, significan que no eres lo suficientemente bueno.
Cuando vives en el otro mundo, el fracaso solo tiene que ver con no desplegar tu potencial para conseguir las cosas que de verdad te importan.
En un mundo el esfuerzo es algo a evitar, porque, como el fracaso, significa que no eres suficientemente hábil o inteligente. En el otro mundo, el esfuerzo es lo que te hace hábil e inteligente”
Seguro que leyendo esto ya sabes en qué lado te pondrías tú… qué es lo que va más contigo.
Aunque mi preferencia ya habrá quedado muy clara, eso no quiere decir que sea la mejor. Es la mejor para mí.
Uno de mis mejores amigos estuvo 30 años!!! trabajando en el mismo sitio hasta que la crisis de 2007 le puso en la calle. Sus esfuerzos se concentraron entonces en ser funcionario.
Tiene muchos talentos y habilidades que le servirían para emprender algo por sí mismo, pero él lo tiene claro: ocho horas por cuenta ajena, cinco días a la semana, once meses al año, catorce pagas. Ese es el rostro de la tranquilidad para mi amigo; una “tranquilidad” que yo nunca he conocido… ni posiblemente conoceré
INVERTIR EN EL FUTURO
Cada cosa tiene su precio, de eso no cabe duda, y es importante tenerlo claro para poder ser consecuentes con nuestras elecciones.
En la mentalidad de crecimiento sabemos que desplegar nuestro potencial lleva tiempo y mucho, muchísimo curro; que el genio no nace, se hace.
Y posiblemente esta es la razón principal de la falta de popularidad de esta manera de verlo. La mitología moderna valora mucho más la habilidad natural y el logro sin esfuerzo, que lo del pico y pala.
Es como si los absolutos pros que tanto admiramos hubieran llegado donde están gracias a habilidades sobre humanas que les convirtieron en lo que son.
Como si Mozart hubiera nacido sabiendo hacer escalas al piano, Nadal blandiendo una raqueta, y Dalí haciendo dibujos increíbles.
La creencia más perniciosa de la mentalidad fija es que si algo no se te da bien de forma natural, es que no es para ti, y fin!!!.
No cree en el esfuerzo puro y duro.
No cabe duda: conseguir lo que nos proponemos muchas veces va a requerir una cantidad de tiempo y dedicación ingente. Así que para embarcarte en semejante inversión a largo plazo necesitarás que lo que haces sea enormemente significativo para ti.
Enamórate profundamente no solamente de lo que quieres conseguir, sino del proceso que te llevará hasta allí. Es la condición imprescindible para mantenerte firme en ese gota a gota.
Esto es especialmente cierto en los días en los que tu motivación flaquea y no sientes ninguna gana de continuar esforzándote.
Amar lo que haces es el punto crucial que marca la diferencia entre cada una de las perspectivas. Es la clave si, al final, acabas no obteniendo el resultado que esperabas (que es una posibilidad que siempre existe).
HASTA EL INFINITO… ¡Y MÁS ALLÁ!
En la mentalidad fija la satisfacción está en el resultado. Si fracasas, o no eres el mejor, si no consigues lo que querías, todo habrá sido en balde.
En la mentalidad de crecimiento, en cambio, valoras lo que haces independientemente del resultado que obtengas. Si llegas a donde querías, ¡mucho mejor!!!, pero si no, al menos habrás disfrutado del viaje.
Espero que no te estés quedando con que la idea que intento transmitirte es que cualquiera, con la motivación, la información y la práctica adecuada, podemos hacer cualquier cosa.
No.
Yo, por mucho que me empeñe, nunca voy a ganar Wimbeldon. Nunca llegaré a tocar el cello como Yo-Yo Ma (ni estoy por la labor de intentarlo tampoco).
Lo que la mentalidad de crecimiento postula es que nuestro potencial es, además de desconocido, también imprevisible. Que es imposible saber a dónde podemos llegar invirtiendo años de aprendizaje, pasión, y trabajo duro.
Quisiera que te quedases con la idea de que está en tus manos elegir conscientemente cómo vives tu vida.
Es verdad que nuestra forma de movernos en el mundo está basada en estrategias firmemente arraigadas en nuestro interior. Programas que hunden sus raíces en lo más profundo de nuestro inconsciente.
Pero al final, esa mentalidad que tanto te condiciona está fundamentalmente hecha de creencias.
No acabo de estar totalmente de acuerdo con nuestra autora en que esas creencias vivan solo en tu mente.
Constantemente veo que el cuerpo también guarda sensaciones e impactos muy importantes relacionados con ellas.
Pero en lo que sí coincidimos, es en el convencimiento absoluto de que por poderosos que sean estos condicionantes, dependen totalmente de tu actitud. Y la buena noticia es que siempre, ¡SIEMPRE!, puedes cambiar tu actitud.
En el próximo artículo te contaré un poco más sobre cómo se traducen estas ideas en cosas concretas de tu vida. Y también te plantearé algunas sugerencias prácticas para trabajar con ellas.
Mientras tanto, te animo a que observes la mentalidad con la que abordas las cuestiones de tu día a día.
Hasta Pronto!!!