Hola! Sueles pensar en tu propia muerte???
Me hago cargo de que no es frecuente recibir preguntas tan directas sobre un asunto que hace diana en el centro de nuestra vulnerabilidad.
A fin de cuentas, tendemos instintivamente a evitar todo lo que nos inquieta.
Y sin embargo es curioso: en una sociedad en la que el tema de la muerte se ha normalizado como forma de ocio, cada vez parecemos más reacios a mirar cara a cara los asuntos escabrosos de lo que implica ser humano.
Vanalizamos la muerte en pelis, videojuegos, informativos truculentos y espectáculos varios, pero no nos atrevemos ni a pensar seriamente en que un día de estos voy a ser yo a quien le toque.
SABER NO ES LO MISMO QUE DARSE CUENTA
Sabemos que vamos a morir. Y esta es una información que todos sin excepción conocemos independientemente de nuestra cultura o nuestras ideas.
Si queda algo de mí cuando desaparezca lo que llamo “mi cuerpo”, o si la materia que tan sólida nos parece es o no real, es otro asunto. Va a depender de la forma que cada uno tenga de entender este lío.
Pero de lo que no cabe ninguna duda, es de que, aproximaciones filosóficas aparte, todo lo material inevitablemente se degrada.
Es algo que está en el contrato, y no precisamente en la letra pequeña.
Sin embargo, hay muchísima gente que paradójicamente confiesa que les aterra pensar en que tarde o temprano les acabará pasando a ellos y todo lo que esto conlleva.
Ya te contaba en este artículo que allá por 2001 hice un documental sobre la muerte.
Muchas de las personas a las que intenté entrevistar, cuando supieron de qué iba el asunto, se pusieron tan nerviosas que se negaron rotundamente a hablar del tema.
CARPE DIEM
Al parecer, enfrentarnos a nuestra propia fragilidad y finitud nos produce bastante ansiedad.
Sin embargo, tener presente que tu cuerpo no va a estar aquí para siempre encierra un gran regalo.
Puede ayudarte a saborear verdaderamente el tiempo de que dispones.
Ser consciente de que tu vida tal y como la conoces se disolverá, te anima a aprovechar los momentos que tantas veces se nos pasan un poco a lo tonto, dando por sentado que habrá otras oportunidades.
“Memento Mori”, decían los romanos; ese “Recuerda que morirás” que resonó tanto en el arte de siglos posteriores.
Significaba por una parte que hasta los grandes acaban cayendo, así que por la cuenta que te trae mejor no te engoriles.
Pero también hacía referencia a que más te vale sacarle partido a esto mientras estés, porque el día menos pensado te va a tocar a ti salir de escena.
Y lo del día menos pensado es literal, porque lo cierto es que ¡NO SABEMOS!!!
NO LO DEJES PARA MAÑANA
No sabemos los minutos que nos quedan por delante; no sabemos si habrá otra ocasión.
Por eso darte cuenta de que este día, o esta semana puede ser la última de lo que llamas “tu vida” te ayuda a ceñirte a lo fundamental. Te invita a que ames de verdad a los que amas, y a no enredarte en cosas que, te van a parecer tremendas gilipolleces (además de un lamentable desperdicio), si de pronto te encuentras con que se te acaba el tiempo.
Personalmente, me he acostumbrado a recordarme cada mañana que esta puede ser la última vez que me levante de la cama.
Y no es que me ponga macabra o existencialista.
Lejos de angustiarme, me ayuda a tener más claro qué quiero hacer con mi vida, y a tomarme más a la ligera muchas de las cosas que antes me quitaban la tranquilidad.
Y también me ayuda a ser más cuidadosa con cómo gasto el tesoro de instantes de los que aún dispongo: a qué actividades concedo mi limitado capital de tiempo; qué es lo que permito que ocupe los espacios de mi mente y de mi corazón…
Pero sobre todo me recuerda como quiero vivir.
Piénsalo un poco.
Cuando hablas con los profesionales que se dedican a acompañarnos en nuestros últimos momentos, o con aquellos que atraviesan el duelo, ves que una de las cosas que más dolor emocional produce son los asuntos pendientes. Los “Tenía que haber hecho y no hice”; “Tenía que haber dicho y no fui capaz…”. “Tenía que haber aprovechado mientras era posible!!!!”
EL MEJOR MOMENTO
No se me ocurre una manera mejor de resumirlo que la que nos regaló nuestro amigo Gandi:
“Vive como si fueras a morir mañana, pero aprende como si fueras a vivir siempre”
Cuando comprendes esto de verdad se te caen de un plumazo todas las chorradas y toda la dejadez.
No cuentas con que ya harás; no piensas que es demasiado tarde.
Sabes que AHORA ESTÁS AQUÍ, con estas capacidades, con este potencial, ¡con lo que hay!!!
¡Ahora estás viva!, y es tu privilegio y tu responsabilidad sacarle todo el jugo a este momento.
DECIDIR Y PRACTICAR
Y ya sé que las cosas muchas veces no son nada fáciles.
Pero madurar tiene que ver con enfrentar los inevitables procesos vitales desde la fortaleza y la serenidad.
La madurez es saber, como decía Viktor Fankl en su impresionante libro “El hombre en busca de sentido,” que nuestra libertad más grande es la libertad de escoger nuestra actitud ante los desafíos a los que nos enfrentamos.
Existe la posibilidad de gestionar la responsabilidad, el dolor, el miedo y las dificultades con actitud abierta, serena y creativa.
No es ciencia ficción; ¡se puede!
Pero para ello hay que ir aprendiendo a darle primero la vuelta al hábito de crisparte y de agitarte cuando las cosas no te cuadran.
Y esto es un proceso.
No es algo que ocurre por arte de magia; algo que unos pocos afortunados saben hacer y el que no, se tiene que fastidiar.
Es algo que se puede aprender y practicar.
Se aprende a gestionar las cosas difíciles desde lo mejor de ti, aguantando el tirón y extrayendo de ellas un aprendizaje que te sirva para siempre.
Se puede vivir esta aventura humana abordando cada día y cada reto sin ansiedad, sin estrés, sin miedo.
Pronto espero contarte más sobre el curso que ofreceré sobre este tema.
Hasta entonces,
CARPE DIEM
Aprovecha tus días!!! 😃
Imagen de -andrea-piacquadio- en-pexels