De todas las dificultades a las que nos enfrentamos en nuestro mundo desarrollado, posiblemente no hay ninguna más extendida y dañina que la agitación mental.
No es raro.
A la actividad natural de nuestro pensamiento se suma la constante avalancha de estimulación por parte del medio.
Y el bombardeo sistemático de información, estímulos sensoriales y requerimientos nos lleva a unos niveles de actividad y de ansiedad absolutamente impensable hace unas pocas décadas.
Pero lo peor no es que corramos compulsivamente de un lado para otro como pollos sin cabeza.
Lo más preocupante del asunto es cuando llega el momento en el que necesitas parar, esta locomotora a todo trapo no se da por aludida. Continúa enloquecida por la inercia hasta el punto de que puede llegar a descarrilar y empantanar seriamente tu vida.
Supuestamente decidimos sobre nuestro cuerpo y nuestras acciones. Pero para poder decir que controlas algo realmente, tienes que saber enchufarlo, usarlo con eficacia, y desenchufarlo a voluntad.
Ser dueño de tu atención y tu pensamiento significa que los puedes poner allí donde quieras durante todo el tiempo que tú quieras.
Pero no suele ser el caso con nuestra materia gris.
La atención profunda y sostenida es cada vez más una rareza, y la angustia de no poder controlar los pensamientos intrusivos, una auténtica pandemia.
NO ESTAR DONDE NO QUIERES ESTAR
La mayoría de la gente con la que trabajo dice de una forma u otra que su mente va tan por libre, que con frecuencia le pone en apuros.
No hace falta pasar la noche en vela dándole vueltas a los problemas de moda en tu vida.
Esta falta de control también se expresa en algo de mucha menor intensidad, pero más frecuente y pernicioso.
Me refiero a esa sensación de desasosiego, suave pero constante, que suele operar en segundo plano y que te impide disfrutar del todo de las cosas buenas…
La mayor parte del tiempo no es algo agudo, pero te ronda como una hiena hambrienta recordándote que en cualquier momento puede ocurrir lo peor.
Ya lo dice esa poderosa máxima del Rabí Nachman:
“Tú estás donde están tus pensamientos.
Asegúrate de que tus pensamientos estén allí donde tú quieres estar”
Y tiene mucha razón. Este principio es aplicable tanto a la falta de atención, y por lo tanto de eficacia, como a perderte en jardines imaginarios que acaban convirtiéndose en peligrosas junglas.
No me malinterpretes: tu mente es una gran herramienta… siempre y cuando sepas utilizarla!
Porque hay mucha diferencia entre aplicar el pensamiento de forma rigurosa al análisis y resolución de un problema, y darle al problema vueltas sin fin hasta la angustia.
La forma más fácil de distinguir si estás empezando a hacer una cosa u otra es preguntarte:
“Si tuviera la elección de interrumpir este pensamiento, lo haría???”
Cuando te gustaría, pero no consigues parar, ya sabes quién tiene la sartén por el mango!!!
ESTAR DONDE TÚ QUIERES
Evitar meterte en ciénagas mentales es ya de por sí una razón de mucho peso para educar tu mente.
Pero, además, ser quien lleva la batuta de la actividad de tu pensamiento te aporta niveles de eficacia y satisfacción impensables de otra manera.
Seguro que ya has comprobado lo que se alarga una tarea cuando no estás en lo que celebras. Y, por el contrario, cómo cunde el tiempo cuando estás a lo que estás.
Me encantó como lo cuenta Nir Eyal en su libro “Indistractable”, (que podríamos traducir como “indistraíble” o “imposible de distraer”).
En él, este autor israelí nos habla del origen y significado de la palabra “distracción”, y de su sorprendente opuesto etimológico: la palabra “tracción”.
Según el diccionario, “Tracción” significa “mover; tirar de; arrastrar algo”
Podemos pensar en este término como la acción de mover algo para conseguir el resultado que deseamos.
“Distracción”, sin embargo, es “falta de atención; lo que la aparta de un punto concreto”.
Así que “Tracción” es todo lo que te acerca a tus objetivos, y “Distracción” todo lo que te aleja de ellos.
Si lo que quieres es pasar menos tiempo haciendo cosas que te gustaría no tener que hacer, completar más tareas, o tener más espacio para hacer lo que te gusta, tener una mente “indistraíble” es una cualidad esencial.
Por descontado que si tu objetivo es desconectar del trabajo o de tu vida cotidiana, el hecho de distraerte sería “Tracción” pura y dura aunque eso también es para muchas personas una auténtica misión imposible.
El equilibrio entre estos dos modos de atención es la clave.
Para obtener los mejores niveles de rendimiento necesitamos tanto la habilidad de centrarnos intensamente, como la de dejar que la mente se disperse y descanse. Esto es un requisito imprescindible tanto para la productividad y el pensamiento creativo, como para la satisfacción personal.
REGLA Nº 1: CONOCERTE A TI MISMX
Da igual a quien le preguntes. Coaches, Psicólogos, Investigadores del Comportamiento o Especialistas en Productividad, todos te dirán que lo primero y más importante es tener un propósito muy claro. Saber qué es exactamente lo que quieres conseguir.
Piensa en el deporte. Las reglas y los objetivos están perfectamente definidos. Sería mucho menos estimulante si no hubiese un lugar donde llegar, una marca que batir o un hueco donde colar una bola, verdad?
Pues lo mismo pasa con nuestra capacidad de enfoque, que necesita saber a dónde tiene que apuntar para producir el resultado que buscas.
Y eso no ocurre porque sí, ni a la primera, ni a la segunda… Hay que entrenar con paciencia y esmero!!!
Prueba a contar de uno a diez, subir escaleras, o a caminar muy despacio con la atención puesta en tu respiración.
Observa el aire que entra y que sale percibiendo los diferentes matices sensoriales de la experiencia. Y mira a ver hasta dónde puedes contar, cuantos pasos puedes dar, o cuantas escaleras puedes subir antes de que tu pensamiento se enrede en otra cosa.
Si te van los retos, puedes volver al principio cada vez que te distraigas.
No te desanimes si no hay manera de pasar de cuatro. Algunas veces esto, que sobre el papel parece muy fácil, se convierte en una estrepitosa derrota de tu voluntad.
Y si es el caso, no te extrañará que en tantas ocasiones te resulte imposible gobernar tus pensamientos.
NO ES FÁCIL, PERO ES VITAL
Contrariamente a lo que puedas pensar, lo realmente importante no es que consigas no irte, sino que tardes lo menos posible en VOLVER.
Se trata de que te entrenes para darte cuenta cuanto antes de qué está haciendo tu mente, decidir si eso es lo que quieres que haga, y volverla a poner en el sitio donde quieres que esté.
Es como educar un bebé:
No le dejas mucho tiempo sin vigilancia. Le repites hasta la saciedad que es lo que quieres o no quieres que haga. Le muestras que es lo que es bueno para todos, y lo que no es conveniente…
Y luego pones las condiciones idóneas para no correr riesgos innecesarios.
No le dejas las cosas delicadas a su alcance, porque puede hacerlas trizas en cuanto te das la vuelta.
Y tampoco permites que juegue con cosas peligrosas para él.
Pues de la misma forma necesitarás familiarizarte con los hábitos y necesidades de tu mente, y tendrás que apartarla una y otra vez de donde prefieres que no vaya.
Necesitarás darle algo para entretenerse que sea inofensivo para ella y para ti.
Puedes enseñarle, por ejemplo, que la cama no es un lugar para pensar en tus problemas, y que a cambio puede llevar la atención al cuerpo y así dormirse mucho antes, que es, a fin de cuentas, lo que tú quieres.
PONERTE MANOS A LA OBRA
Se trata de cultivar la habilidad de saber en todo momento lo que está haciendo tu mente y de decidir si eso te ayuda o te boicotea.
Calmar la mente es uno de los objetivos de la Meditación y el Mindfulness.
No sé si, como mucha gente, los relacionas con algo friki y esotérico, pero nada más lejos de la realidad. Estas dos herramientas son algo tremendamente simple y práctico -pero que quede claro que no he dicho “fácil”
Consisten en entrenar tu cabecita para que trabaje cuando, y en lo que tú le digas, y no dando la tabarra todo el día como una tele que no cesa.
El objetivo es que aprendas a encontrar paz en tu interior para poder sacarle el mejor partido a tu energía, a tu trabajo y a tus relaciones.
Pero no solo eso, es que sin esa PAZ no vas a poder sentir satisfacción; y sin satisfacción, es prácticamente imposible crecer como ser humano.
Es verdad que la motivación para cambiar suele venir con frecuencia del descontento o el sufrimiento profundo. Pero sin serenidad interior te resultará muy difícil dar lo mejor de ti por muy buenas que sean las condiciones. Necesitas paz, aun en medio del dolor, para poder crecer.
Esta es una tarea de por vida, pero que es urgente empezar YA!
El tiempo pasa rápido, y la vida es totalmente incierta, así que cuanto antes te pongas, mucho mejor para ti (y para todos!).
Después de la calurosa acogida de la última mañana de Mindfulness, en la que trabajamos con herramientas para gestionar el día a día, te propongo un encuentro centrado en tu mente. Cómo entrenarla a ella, y a ti, para que sea una servidora fiel en lugar de convertirse en una enemiga.
Será a mediados de Mayo, y pronto te compartiré los detalles, así que ¡estate al tanto!

Mientras tanto, te propongo que empieces a observar para conocer a fondo con quien te juegas la partida!!!
Te deseo un día genial.
Hasta Pronto
CRÉDITOS
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