Seguro que ya te has dado cuenta de que el cambio es una de las características fundamentales de la vida. Afecta a todas las formas de la materia y a la energía, y nos lleva a todos a transformarnos, nos guste o no.
Pero a nosotros los seres humanos nos ocurre, además, que no cambiamos solamente “a la fuerza” por imperativos del guion biológico, como les pasa a las otras especies. El Homo sapiens parece tener en su interior un impulso irresistible de ser distinto; de ser algo más, (o algo menos) de lo que es.
Así que en la mayoría de nosotros hay cosas que no nos gustan y que quisiéramos quitar de en medio.
¡Nos decimos que queremos transformarnos; que TENEMOS que cambiarrrrr!!!
Y aunque muchas veces intentamos convencernos de que nos conformamos para no tener que pringarnos en tanto esfuerzo, lo cierto es que no se nos pasa.
SER LO QUE PUEDES LLEGAR A SER
Esta incómoda sensación no es un error de fábrica. Es el “impulso de actualización” al que se refería Abraham Maslow cuando hablaba de la necesidad de expandir nuestra capacidad y movernos hacia el pleno desarrollo de nuestro potencial.
Él decía que “Lo que puedas llegar a ser, debes serlo”
El problema es que cuando el cambio que necesitamos es grande y vemos todo el trabajo que hay por delante, nuestra motivación tiende a esfumarse y no es raro que nos acabemos deshinchando.
Es como estar al pie del Everest y pensar que tienes que subirlo.
-“Uffff!!!! Pero… ¿Cómo voy a llegar yo hasta ahí arriba?”
Así que, con frecuencia, si no renunciamos directamente de entrada, lo hacemos a los pocos metros.
Nos desborda la magnitud de todo lo que hay que hacer (¡y sufrir!) para llegar a donde queremos; y no es raro que así sea!!!
A fin de cuentas, cuando el objetivo hacia el que apuntamos excede la capacidad que creemos tener, o empezamos ya con sensación de fracaso, o ni siquiera lo intentamos. Y al final preferimos quedarnos quietecitas donde estábamos antes que hacer un esfuerzo ingente que en el fondo creemos que no llevará a nada.
Visto así, desde luego, no es nada alentador; pero es que, para mí, en esta idea hay algunos puntos muy discutibles.
El primero tiene que ver con como percibes tus propias aptitudes, de las que tú posiblemente tienes una idea muy concreta, pero que casi seguro no se corresponde con la realidad.
Solemos pensar que nuestra inteligencia y nuestro potencial son algo predeterminado y fijo, sin tener en cuenta la enorme plasticidad del cerebro y su capacidad para aprender y transformarse.
Y, por otro lado, también influyen decisivamente el poder de una acción enfocada y constante, apoyada en un buen método de trabajo. Es más, tal y como lo entiende ahora la ciencia, es imposible llegar a predecir hasta dónde puede llegar alguien con una motivación inquebrantable y una buena estrategia de acción.
VERLO PARA CREERLO
¡Me alegra comunicarte que la visión estrecha y limitada que tienes de ti no solo no te hace ningún favor, sino que, entre otras cosas, pasa por alto las leyes de la física!!
¿Conoces la teoría de los dominós? (no, no me estoy refiriendo al juego al que jugaba tu abuelo con sus amigos en el bar).
Es simple pero fascinante.
Según la RAE, “efecto dominó” es “Resultado de una acción que produce una serie de consecuencias en cadena”
A nivel más elemental, esta es la imagen: una fila de piezas puestas de pie cerquita las unas de las otras. Cuando la primera cae, empuja a la siguiente y, esta, a la de atrás. El impulso va tumbándolas una por una hasta que acaban todas en el suelo.
Lo que la definición lingüística no explica, es que, por esas cosas de la energía cinética, la masa y la distancia, cada una de estas piezas es capaz de derrumbar al caer otro objeto a su alcance un 50% mayor!!!
Dicho de otra manera: tiene energía y empuje suficiente para tumbar cualquier cosa vez y media más grande que ella misma.
Enseguida hablamos de qué tiene esto que ver contigo.
De momento échale un vistazo al pequeño vídeo que con el que un estupendo profesor de física se lo explica a sus alumnos (y a nosotros 😊).
Trece dominós, de los cuales el primero tiene el tamaño de la uña de tu meñique (diminuto, vamos!) y que van creciendo hasta llegar al último que mide un metro de alto y pesa casi cincuenta kilos. Guauuu!
Continuando con esta progresión hasta 23 dominós tendríamos la Torre Eiffel,
con 31 los Himalayas (aquí estaría nuestro Everest!)
y con algo más de 50 tenemos la luna!! (literal).
Lo alucinante del caso es que una pieza tan pequeña como para tener que ponerla con pinzas es capaz de desencadenar una energía que acaba siendo dos billones! (si, has leído bien), DOS BILLONES de veces superior a la que hizo falta para mover el primero de nuestros 13 dominós.
LA FÍSICA AL SERVICIO DE TU VIDA
¿Y qué repercusión tiene esto en mi vida?, te preguntarás
¡Buenas noticias!, Tiene una repercusión colosal!!!
Significa que, para conseguir tus objetivos, por grandes que sean, no hace falta que hagas un esfuerzo sobrenatural así de entrada.
Se trata tan solo de que identifiques el primer micro paso que tienes que dar en la dirección de tus sueños. Algo tan ridículamente simple que no puedas fallar y que sobreviva a cualquier “pero” que puedas inventarte.
Olvídate por ahora de los objetivos enormes.
Si quieres hacer más ejercicio, empieza por andar diez pasos TODOS LOS DÍAS.
Si quieres dejar de morderte las uñas, tápate una de ellas y decide que puedes devorar las demás, pero que esa no se toca.
Si quieres comer menos, quítale una cucharada a cada plato de comida que te sirvas….
Si quieres subir una gran montaña, tendrás que dar pequeños pasos uno tras otro sin desfallecer
No caigas en la vieja trampa de pensar que si es poco no merece la pena, porque la suma de esos pocos mantenidos en el tiempo, puede ofrecerte un beneficio nada despreciable.
Te pongo un ejemplo reciente:
Este mayo pasado, como cada año, al terminar las clases de Yoga, le hice al alumnado, la “cuña publicitaria” para “venderles” la idea de practicar por su cuenta, aunque fuera solo un poco, durante el verano. Les recordaba que así no volverían en octubre más tiesos que un palo.
Pero esta vez decidí recurrir a la idea del poder de las pequeñas acciones y les hice las cuentas.
“Supongamos que haces tan solo un minuto de Yoga cada día.
Un minuto al día son 30 al mes, que multiplicados por los cuatro meses en los que no hay clase, al final del verano harán 120 minutos.
¡Y 120 minutos son muchísimo más que nada!!!
Un minuto al día no cuesta ningún esfuerzo, pero marca una gran diferencia.
¡Y si, ya que te has puesto, como dice la ley de Newton, tiendes a seguir en movimiento y en vez de un minuto haces dos, ya tienes 240 minutos en vez de cuatro meses de parón!!!
De verdad no harías eso por tu cuerpo????”
Vi muchas caras de sorpresa con el gesto de “no había pensado que pudiera ser tan fácil”
Así que, como parte final de mi plan de seducción, antes de despedirnos, les pedí que decidieran qué “ejercicio” iban a hacer, y en qué momento del día lo harían.
Mi hipótesis en que cuando vuelvan, al menos una docena habrá hecho algo.
¡Parece un número muy pequeño, pero serán once más que otros años!!!
La idea es que este pequeño comienzo les ayude a establecer de forma muy fácil un hábito saludable, que traerá, sin prácticamente esfuerzo, un cambio mucho mayor (un 50% superior! Para ser exactos).
Y así sucesivamente.
ENFOQUE +TRABAJO INTELIGENTE + PERSEVERANCIA
La clave no es la cantidad, sino la constancia.
1+1+1+1+1……
Plantéate algo que quisieras conseguir.
Piensa cuál es el primer paso de bebé que puedes dar hacia ello; un paso lo suficientemente pequeño como para que te resulte más que factible.
Decide en qué momento del día lo harás
¡Y entonces HAZLO!!!
Repite este proceso hasta que hayas logrado lo que querías
¡Que tu determinación sea más fuerte que tus excusas!!!
No esperes a que tus condiciones sean más favorables para ponerte a ello.
No te engañes diciéndote que esperarás a que empiece el buen tiempo; o a que llegue tu cumpleaños, o nuevo Año Nuevo…
¡HAZLO HOY MISMO!
Y mañana otra vez,
y pasado…
Antes de que te des cuenta, será tan fácil que te resultará natural darle otra vueltilla de tuerca… y así caerá la siguiente pieza de tu dominó.
Enamórate de los pequeños pasos, porque está demostrado que avanzas menos y más penosamente si piensas en andar varios kilómetros, que concentrándote en llegar solamente a la próxima farola o al siguiente árbol… y luego al siguiente… y luego al siguiente.
No puedo dejar de insistirte en que pruebes las bondades de ponerte una pequeña meta y perseveres sin evasivas.
El progreso vendrá por sí mismo antes de que te des cuenta.
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