Si vas a vivir, vive de forma que merezca la pena.
No sabes cuantas personas me encuentro que dicen no tener ni idea de cuál es el sentido de su vida. Viven, ¡claro!, pero sin una experiencia de dirección ni de propósito.
Son gente como tú y como yo que, aunque acudan puntualmente a sus obligaciones, ven pasar los días con la inquietante sensación de fondo de que algo vital falta en su existencia, pero no alcanzan a distinguir qué es.
Ese sentimiento de “vivir por vivir” acaba siendo sumamente insatisfactorio, y les deja con una especie de apatía interna que reduce su experiencia a un “ni fu ni fa” descolorido: “Si esto es todo en la vida, ¡menudo rollo!”
Sin embargo, cuando echas un vistazo ahí fuera, ves que en todas partes parece haber una fuerza arrolladora que empuja a cada miembro de cualquier especie a moverse hacia la máxima expresión de su potencial.
Puede que luego ese impulso se trunque en cualquier fase del proceso, pero todos los individuos, sin excepción, parecen tener instalado por defecto el software que les lleva a ser y a expresarse plenamente según su naturaleza: el árbol como árbol, el perro como perro, y la lombriz como lombriz.
También en nosotros existe ese empuje. No tendría sentido que la especie más evolucionada de las que se conocen aquí estuviese peor equipada que una simple mosca de la fruta.
No quiero decir con esto que todos podemos llegar a ser algo espectacular: millonarios, campeones olímpicos o afamados artistas. Cada uno tenemos nuestro conjunto único de talentos y limitaciones. No todos tenemos condiciones para practicar kick-boxing, hablar cinco idiomas, ni optar a un premio Nobel; pero sí podemos convertirnos en la mejor expresión posible de nuestro potencial único.
Como decía el famoso psicólogo Abraham Maslow:
“Lo que puedes llegar a ser, debes serlo”
Se refería, no a dar rienda suelta a todas nuestras facetas, incluidas las más tenebrosas, sino a desarrollar plenamente todas las cualidades que hagan de nuestra vida algo verdaderamente significativo; para nosotros mismos y para los que nos rodean.
LO QUE HAY EN JUEGO
¿Por qué es tan importante y necesario que desarrolles plenamente tu potencial?
-Pues porque es lo único que te aportará paz; o al menos una paz duradera.
Posiblemente, ya has comprobado por propia experiencia, que la satisfacción que obtienes de las cosas placenteras del exterior suele ser muy temporal.
Darle un homenaje a tu cuerpo, conseguir algo que querías, vencer un obstáculo, o superar una crisis, al principio puede transportarte al cielo. Pero lamentablemente ese cielo comienza a palidecer más temprano que tarde, y se convierte, con el paso de los días, en una parte más del paisaje que, a base de estar ahí, acabas dando por sentada.
Es verdad que para desarrollar cualquier nueva competencia hay que ponerse en marcha y vencer muchas resistencias; y que lo más fácil es quedarte en la famosa y dorada zona de confort. Sin embargo, la satisfacción que brota de ir superando tus límites y refinando tus capacidades produce una paz y una plenitud que no es comparable a nada. Te vas convirtiendo en una persona cada vez más sólida y madura en la que sabes que puedes confiar; y eso no tiene precio.
Y no es que lo de fuera no tenga valor, ¡ni mucho menos!!!
Es el exterior el que te aporta los elementos imprescindibles para desarrollarte (incluidas las cosas que te desafían y te tocan las narices).
Los alimentos, las ideas, la información y los afectos vienen del entorno, pero eres tú quien les da sentido y extrae de ellos lo que es relevante para ti. Tú eres quien decide qué hace con ellos.
LO UNICO QUE ESTÁ EN TUS MANOS
Decía Viktor Frankl en su potentísimo libro “El hombre en busca de sentido”, que nuestra mayor libertad es decidir qué respuesta daremos a los acontecimientos a los que nos enfrentamos.
Y esto es crucial, porque con demasiada frecuencia vamos por ahí asumiendo que es el exterior el que tiene que ofrecernos las condiciones que satisfagan nuestras necesidades y demandas. Esperamos que las cosas nos encajen para estar contentos, en lugar de adoptar la responsabilidad radical de dar nuestra mejor respuesta posible sea lo que sea que venga.
Esto tiene todo el sentido del mundo cuando te enteras que etimológicamente, la palabra responsabilidad significa “habilidad de respuesta”, “ser capaz de responder a tu compromiso”
Sí, pero ¿a qué demonios hay que responder? ¿De qué compromiso estamos hablando?
DE QUÉ ESTAMOS HECHOS; UN POCO DE CONTEXTO
Cada ser humano es un cóctel único de tres cualidades fundamentales: ENERGÍA, AFECTIVIDAD (llámalo Amor o Felicidad, si quieres), e INTELIGENCIA.
Por Energía entendemos la fortaleza; tanto la vital (salud, bienestar físico, resistencia), como la psicológica (el impulso de vivir, la voluntad, la fuerza para moverte hacia lo que necesitas o alejarte de lo que te daña…)
El aspecto Afectividad tiene que ver con nuestra capacidad de sentir, y también con toda la gama de emociones derivadas de nuestro mundo mental. Es ser capaz de poner esos sentimientos al servicio de la conexión con la vida y con las personas, para producir lo que llamamos satisfacción o felicidad.
Y con Inteligencia nos referimos no solo al uso de la mente: adquirir, procesar, y relacionar conocimientos; el poder de discriminar, intuir etc. También tiene que ver con el dominio de nuestro pensamiento: la habilidad de enchufarlo y desenchufarlo a voluntad; ser capaces de enfocar la atención allí donde queremos.
Pero no es raro que estos tres aspectos estén, en mayor o menor medida, bloqueados en muchos de nosotros.
La forma de expresarse en esos casos es algo que nos resulta muy familiar a todos.
Cuando la Energía está en déficit experimentamos debilidad, cansancio, apatía y falta de ganas; nos cuesta encontrarle la chispa a las cosas. “Depresión” es una palabra que lo define y que se oye cada vez con más frecuencia.
Por el contrario, cuando la energía se desboca ocurre lo que llamamos agitación o ansiedad.
Una Afectividad descompensada suele manifestarse como conflicto en las relaciones; sentirte desbordada emocionalmente; aislada o no comprendida, por ejemplo. Este es el contexto donde se gestan el aislamiento, las adicciones, y las archiconocidas “relaciones tóxicas”.
Y cuando la Inteligencia no está en equilibrio puede que te cueste pensar con claridad y tomar decisiones, o elijas aquello que no te apoya; tu mente se agita, te preocupas constantemente, y rumias sin cesar pensamientos relacionados con el pasado o con un futuro incierto.
NUESTRO TERRENO DE JUEGO
Lo que llamamos “nuestra vida” es el resultado de la interacción de estas tres cualidades: Energía, Afectividad e Inteligencia. De esa interacción surgen todas nuestras vivencias emocionales; la forma que tenemos de vernos a nosotros mismos y de entender el mundo.
No hará falta que te diga que del grado de armonía de estos tres factores va a depender por completo la calidad de tu experiencia aquí.
Lo que llamamos una vida feliz y con sentido es el resultado de reconocer, equilibrar y expandir estas tres facetas de tu ser.
Es un proceso en el que te ejercitas para cerrar la brecha entre la persona que ahora eres, y la que en el fondo de tu corazón querrías llegar a ser.
Porque si lo piensas un poco, la conclusión lógica es que al final, somos el resultado de aquello que ejercitamos. Y si, como un buen atleta, te propones cultivar una energía vibrante, un corazón abierto y generoso y una mente enfocada y serena, eso es lo que obtendrás.
Tú puedes elegir no hacerlo, por supuesto!!!, pero para mí, esta labor no es algo opcional; hay demasiado en juego.
Tal y como yo lo veo, ese es el compromiso ineludible del que te hablaba, y de él va a depender que crezca mi eficacia en el exterior y mi sensación de paz, de plenitud y de propósito en el interior. Y así, cuando el partido llegue a su fin, pueda decir con alegría que haber jugado a esto ha merecido la pena.
Esta es la razón por la que algunos elegimos ejercitarnos en ser cada vez más Conscientes, para sanar las heridas del pasado y desarrollarnos en lo mejor de nuestro potencial.
De esta labor fundamental dependen la salud, la cordura y la supervivencia de nuestro mundo.
Este es el motivo también, por el que quise acompañar a quienes necesitan apoyo para hacerlo. La vida es demasiado corta y demasiado hermosa para desperdiciarla enredándonos en cosas que nos hacen sufrir. Construir un mundo un poco más sensato es una tarea extremadamente urgente que precisa de la felicidad de cada uno de sus miembros.
Esta es la verdadera función de todo lo que aporta Serenidad y Conciencia a nuestra vida. Las técnicas son infinitas (no tienes más que echar un vistazo por ahí para comprobarlo), pero al final el propósito es siempre el mismo.
Aunque algunos son más rápidos y transitables que otros, “todos los caminos conducen a Roma”.
Pero eso sí, elijas el que elijas, la clave es perseverar; ejercitarte con la inquebrantable determinación de quien día tras día, se mueve hacia su objetivo.
Da igual que sea subir una cumbre helada, ensayar con tu instrumento, o ir a mazarte al gimnasio. No esperas que la vista, tu habilidad, o tus músculos crezcan así sin más, ¿verdad?
Pues tampoco va a ocurrir con esto.
Superar tus limitaciones, ampliar tu capacidad, refinar esos tres aspectos de Energía, Amor e Inteligencia es algo de lo que tendrás que enamorarte y cultivar cada día.
La buena noticia es, que en el proceso te acabarás encontrando con que has aprendido a amar profunda y completamente Aquello que Eres.
Ese día el mundo tendrá otro color para ti, te lo garantizo!!!
Imagen: Crusenho Agus Hennihuno en Pexels